La diócesis de Ciudad Real fue una de las más castigadas por la persecución religiosa que se desató en España en el trienio bélico 1936-1939. Fruto de ese “castigo” que los enemigos de la fe cristiana aplicaron a la Iglesia son tantísimos mártires que dieron su sangre por la fe en Cristo Jesús, el Señor. Este librito sobre Justo Arévalo y Mora es sólo una muestra.
D. Justo nace en Miguelturra (Ciudad Real) el19 de julio de 1869; ordenado de sacerdote el 8 de junio de 1895, los primeros años de su vida sacerdotal los pasó, sucesivamente, como coadjutor de Luciana (Ciudad Real) y Guadalmez (Ciudad Real); coadjutor en Torralba de Calatrava (Ciudad Real) y finalmente en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real). D. Justo se distinguió siempre por su carácter bondadoso, atrayente y servicial con todos. Fue un excelente catequista, asiduo predicador y un cura muy “mariano”, conservándose apuntes y esquemas de diversos discursos y homilías.
Asesinado en Valdepeñas el 19 de agosto de 1936 junto a sus compañeros sacerdotes de la parroquia Pedro, Félix y cinco Hermanos de las Escuelas Cristianas del Colegio en Santa Cruz de Mudela. Sus restos mortales como los de sus compañeros y religiosos del Colegio reposan en fosa común del cementerio. Fueron beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.