Las grandes profesiones, como la medicina, están llamadas a atender necesidades básicas de la persona, y la identidad de los médicos se ha ido configurando con el tiempo, desde Hipócrates. Igualmente ocurre con el profesor educador, desde Sócrates y Platón. La tarea que los docentes realizan puede llegar a ser muy profunda, hasta el punto de mover al otro a descubrir su mejor yo, como decía Pedro Salinas. Pero también es posible convertirla en un trabajo rutinario y estresante, que no deja huella alguna en los demás. Por ello, el profesor vocacional ha de saber responder adecuadamente a cuatro preguntas centrales: ¿qué vengo a hacer en esta aula, en medio de gente más joven que yo? ¿qué buscan los estudiantes en las instituciones docentes? ¿qué espero de los estudiantes? Y ¿qué esperan los estudiantes de mí?

La profesión puede ser simplemente un medio de ganarse la vida o el camino para una vida más plena. Este ensayo, escrito por el Catedrático Ibáñez-Martín, sobre cuyo magisterio hay una obra en ebooks, ofrece pistas para conseguir que la actividad docente sea el escenario de una vida lograda.